La víbora y la sanguijuela: adaptación de la fábula de Tomás de Iriarte
Un día, una víbora y una sanguijuela estaban charlando bajo el sol cálido del bosque. La víbora, muy orgullosa, le dijo a la sanguijuela:
— Oye, tú y yo picamos a las personas, pero he notado que ellos no le tienen miedo a tu mordida. Sin embargo, ¡todos se asustan de la mía!
La Sanguijuela, que era muy simple y honesta, respondió amablemente: La sanguijuela, tranquila y con una sonrisa, le respondió:
— Es cierto, querida víbora, pero hay una gran diferencia entre nosotras. Cuando yo pico a alguien enfermo, puedo ayudarle y darle vida. En cambio, cuando tú picas, incluso a alguien sano, podrías hacerle daño e incluso causarle la muerte.
Moraleja de la fábula La víbora y la sanguijuela
No todas las críticas son iguales. Las buenas nos ayudan a ser mejores; las malas solo buscan hacernos sentir mal.