Un ciervo sobre una fuente: adaptación de la fábula de Fedro
Después de beber agua en una fuente, un ciervo se quedó mirando su reflejo en el agua. Admiraba el tamaño y belleza de sus cuernos, pero se quejaba de lo delgadas que eran sus piernas. De repente, escuchó las voces de unos cazadores y, asustado, salió corriendo por el campo.
Gracias a sus rápidas piernas, logró dejar atrás a los perros. Sin embargo, al entrar en un bosque, sus cuernos se enredaron en las ramas, y los perros lo alcanzaron y comenzaron a morderlo.
En sus últimos momentos, el ciervo exclamó: —¡Pobre de mí! Ahora entiendo que lo que despreciaba me salvó, y lo que admiraba me ha traído la desgracia.
Moraleja de la fábula Un ciervo sobre una fuente
A veces, lo que no valoramos es más útil que aquello que admiramos.