Una mosca y una mula: adaptación de la fábula de Fedro
Un día, una mosca se posó en el timón de un carro que estaba siendo tirado por una fuerte mula. La mosca, muy creída, empezó a regañarla:
— ¡Vamos, mula! ¡Qué lenta eres! ¿Por qué no avanzas más rápido? —dijo la mosca con tono amenazante—. ¡Apúrate, o te pincharé el cuello con mi aguijón!
La mula, sin perder la calma, respondió:
— Tus palabras no me afectan en nada, mosca. A quien realmente debo obedecer es al hombre que va en la delantera del carro, ese que lleva las riendas y el látigo. Él es quien me indica cuándo debo parar o acelerar. Así que, pequeña mosca, deja de presumir. Yo sé muy bien cuándo debo caminar más rápido y cuándo descansar.
Moraleja de la fábula Una mosca y una mula
A menudo, aquellos que más alardean de sus contribuciones son los que menos ayudan realmente.