Unos caminantes y un ladrón: adaptación de la fábula de Fedro
Había una vez dos amigos que caminaban juntos por el campo. Uno de ellos era valiente y decidido, mientras que el otro era algo miedoso. De repente, se encontraron con un ladrón que les salió al paso y, amenazándolos, les exigió que le dieran su dinero.
El amigo valiente, sin pensarlo dos veces, sacó su espada y se enfrentó al ladrón con mucha valentía. Tras una breve pelea, logró vencer al ladrón, que cayó al suelo. El peligro había pasado, y los dos amigos estaban a salvo.
Entonces, el amigo miedoso, viendo que el ladrón ya estaba derrotado, sacó su espada, se puso en pose de guerrero y dijo: —¡Déjamelo a mí! ¡Le enseñaré quién manda aquí!
El amigo valiente lo miró y le dijo: —Si me hubieras ayudado cuando más te necesitaba, tus palabras habrían sido de gran ayuda. Pero ahora, que el peligro ya pasó, no necesitas fingir valentía. Yo ya sé que cuando hubo que pelear, tú preferiste quedarte atrás.
Moraleja de la fábula Unos caminantes y un ladrón
La verdadera valentía se muestra en los momentos difíciles, no cuando el peligro ha pasado.