Un charlatán y un rústico: adaptación de la fábula de Fedro
Un día, un hombre rico organizó una gran fiesta en la ciudad y ofreció premios a quien mostrara el mejor truco o habilidad. Cuando el imitador subió al escenario, bajó la cabeza y comenzó a imitar el gruñido de un cerdito. Lo hizo tan bien que todos pensaron que estaba escondiendo un cerdo bajo su capa y la multitud lo aplaudió con entusiasmo.
Al día siguiente, un campesino intentó demostrar que podía hacerlo mejor, escondiendo un cerdito real bajo su ropa. Fingió que lo estaba imitando, pero en realidad pellizcó la oreja del cerdito, y el animal gruñó de verdad. Aun así, la multitud, confundida, gritó que el imitador lo había hecho mejor y pidió que sacaran al campesino del escenario.
El campesino, entonces, mostró al cerdito real y dijo:
—Aquí está la prueba de que mis gruñidos eran auténticos, pero aun así ustedes se dejaron engañar por una imitación.
Moraleja de la fábula Un charlatán y un rústico
A veces, la gente se engaña eligiendo lo falso y no se da cuenta de lo verdadero.