La oruga y la zorra: adaptación de la fábula de Tomás de Iriarte
Un día, un grupo de animales estaba admirando el trabajo de un gusano de seda. Todos estaban asombrados por su habilidad para crear seda y formar un hermoso capullo. Examinaban el capullo, y los aplausos no paraban. Incluso el topo, que casi no podía ver, reconoció que el capullo era algo extraordinario.
Pero en un rincón, una oruga, molesta, murmuraba cosas desagradables. Llamaba al capullo una tontería y a quienes lo elogiaban, tontos.
Al ver su actitud, los demás animales empezaron a preguntarse:
—¿Por qué esta oruga es la única que se queja de algo tan bonito y admirable?
Entonces, la astuta zorra, que había estado observando todo, saltó y dijo:
—¡Ay, amigos! La respuesta es fácil. La oruga también hace capullos, pero no son tan bonitos como el del gusano de seda. Por eso está molesta y quiere criticarlo.
Moraleja de la fábula La oruga y la zorra
A veces, la envidia hace que algunos critiquen lo que no pueden hacer tan bien como otros.