La lechuza: adaptación de la fábula de Tomás de Iriarte
Cuentan que una vez, al caer la noche, una lechuza entró en un convento, volando por los pasillos oscuros. Allí, se encontró con una lámpara encendida, que iluminaba con una luz cálida. Al ver la lámpara, la lechuza se sintió molesta por el brillo, pero también vio que había aceite dentro, y pensó en lo delicioso que sería beberlo.
La lechuza, sin embargo, decidió no acercarse mientras la lámpara estaba encendida, porque la luz la cegaba. Entonces, la lechuza, dándole la espalda a la lámpara, murmuró:
—Lámpara, ¡cómo disfrutaría de tu aceite si tu luz no me molestara! Pero, bueno, ya que ahora no puedo, esperaré a que te apagues. Cuando estés apagada y no tengas esa luz brillante, entonces, sin miedo, podré disfrutar de tu aceite.
Moraleja de la fábula La lechuza
Algunos solo se atreven a criticar o aprovecharse de otros cuando estos no pueden defenderse.