La abeja y los zánganos: adaptación de la fábula de Tomás de Iriarte
Un día, los zánganos se reunieron para discutir un problema importante. Querían encontrar la forma de aparentar que trabajaban, aunque no les gustaba el esfuerzo de hacer panales o fabricar miel. Algunos animales del bosque empezaban a criticarlos por ser tan perezosos, y ellos querían verse ocupados para que no los juzgaran.
Entonces, uno de los zánganos tuvo una idea: en lugar de hacer panales, irían a una colmena vieja y sacarían el cuerpo de una abeja que, en su tiempo, había sido muy trabajadora y buena fabricando miel. Los zánganos organizaron un gran funeral en su honor y hablaron maravillas de lo bien que esa abeja hacía su trabajo. Al hacerlo, pensaban que todos los demás animales del bosque los verían como buenos y ocupados.
Una abeja trabajadora los escuchó y les dijo: —¿Así que solo van a hablar y hacer ruido? Pues les digo, amigos, que todo ese zumbido no vale ni una gota de la miel que yo hago.
Moraleja de la fábula La abeja y los zánganos
No basta con hablar del trabajo de otros o de los logros del pasado; lo que realmente cuenta es lo que hacemos nosotros mismos.