El topo y otros animales: adaptación de la fábula de Tomás de Iriarte
Una vez, un grupo de animalitos decidió jugar a la gallina ciega en el bosque. Estaban el perrito, la zorra, el ratón, la ardilla, la liebre y el mono. Como el mono tenía manos hábiles, fue él quien vendó los ojos a los demás para empezar el juego.
Un topo, que escuchaba la diversión, se acercó y les dijo: —¡Quiero jugar también! Déjenme unirme a su juego.
El mono, que pensaba que sería gracioso, aceptó al topo en el juego, aunque sabía que el topo ya casi no podía ver bien porque tiene una piel especial que cubre sus ojos. Así que cuando el topo empezó a jugar, tropezaba a cada paso y no lograba moverse bien, y rápidamente lo atraparon.
Cuando le tocaba ser la «gallina ciega», el topo, que ya era casi ciego, le dijo al mono: —¿Y ahora qué hacemos? ¿Me vendan los ojos también?
Los otros animales se rieron un poco porque sabían que el topo no necesitaba que le cubrieran los ojos; él ya no veía casi nada.
Moraleja de la fábula El topo y otros animales
Es mejor aceptar nuestras limitaciones y no fingir que sabemos o podemos hacer algo que no conocemos.