El ratón del campo y el ratón de ciudad: adaptación de la fábula de Esopo
Un ratón de ciudad decidió un día visitar a su primo, el ratón del campo. El ratón del campo, con una vida sencilla y tranquila, ofreció a su visitante lo mejor que tenía: algunos granos, semillas y pedazos de raíces. Aunque era una comida modesta, el ratón del campo estaba contento de compartir lo que había recolectado.
El ratón de ciudad, acostumbrado a los lujos y manjares, miró con desprecio la comida que su primo le ofrecía.
—Querido primo —dijo el ratón de ciudad—, no entiendo cómo puedes vivir con tan poco. En la ciudad, hay banquetes todos los días, y vivimos rodeados de riquezas. Deberías venir conmigo para que veas lo que es la vida de verdad.
Intrigado por lo que su primo le contaba, el ratón del campo aceptó la invitación y lo acompañó a la ciudad.
Cuando llegaron, el ratón de ciudad llevó a su primo a una gran casa, donde la mesa estaba repleta de manjares: queso, pan, frutas, pasteles y más. El ratón del campo nunca había visto tanta comida y estaba maravillado.
—¡Esto es increíble! —exclamó el ratón del campo—. ¡Qué festín nos espera!
Sin embargo, justo cuando los dos ratones se disponían a disfrutar de la comida, oyeron un fuerte ruido. De repente, entró un perro ladrando furiosamente, y los dos ratones tuvieron que salir corriendo y esconderse para salvar sus vidas.
Aterrado, el ratón del campo se dio cuenta de que la comida deliciosa no valía el riesgo.
—No quiero seguir viviendo así —dijo el ratón del campo—. Prefiero mis simples comidas de granos y semillas en el campo, donde puedo comer en paz, sin tener que preocuparme por ser devorado por un perro.
Y así, el ratón del campo regresó a su hogar, agradecido por su vida sencilla y segura.
Moraleja de la fábula El ratón del campo y el ratón de ciudad
Es mejor vivir una vida sencilla pero segura que rodearse de lujos y placeres a costa de correr grandes riesgos. La paz y la seguridad son más valiosas que las riquezas.
