El bufón y el campesino: adaptación de la fábula de Fedro
En cierta ocasión, un bufón y un campesino participaron en una competencia organizada por un rico noble. El concurso consistía en que cada uno mostrara sus habilidades para hacer reír al público, y quien lo lograra mejor, recibiría un premio.
El bufón, confiado en sus habilidades y en que el público siempre había disfrutado de sus bromas, fue el primero en actuar. Hizo una imitación de un cerdo tan realista que todos en el público quedaron sorprendidos, e incluso algunos pensaron que un cerdo real estaba en el escenario. La gente aplaudió y rió, admirando la actuación del bufón.
Luego fue el turno del campesino. Aunque el público no esperaba mucho de él, el campesino trajo un cerdo real escondido bajo su capa. Sin que la audiencia lo supiera, el cerdo comenzó a gruñir, y el campesino simuló estar haciendo los ruidos él mismo. El sonido era tan auténtico que la gente pensó que él estaba haciendo una imitación aún mejor que la del bufón.
El público, encantado por lo que pensaban era la habilidad del campesino, lo aclamó como el ganador, mientras que el bufón, frustrado y sintiéndose engañado, reveló el truco del campesino:
—¡Él no hizo ningún sonido! ¡Ha traído un cerdo real!
Pero el público, habiendo tomado una decisión, no prestó atención a la verdad y mantuvo que el campesino había ganado la competencia.
Moraleja de la fábula El bufón y el campesino
A veces, la verdad es menos creíble que la apariencia, y las personas pueden dejarse engañar fácilmente por las apariencias superficiales.