La zorra y el erizo: adaptación de la fábula de Esopo
Una zorra intentaba cruzar un río caudaloso, pero la fuerte corriente la arrastró hasta que quedó atrapada en un barranco profundo. Allí, magullada y sin fuerzas para moverse, se resignó a su situación. Poco después, un enjambre de moscas, atraídas por su debilidad, se posaron sobre ella y comenzaron a succionar su sangre.
Al pasar por allí, un erizo notó el sufrimiento de la zorra y se ofreció a ahuyentar a las moscas que la atormentaban.
—No, por favor, no las alejes —respondió la zorra rápidamente.
El erizo, sorprendido, preguntó:
—¿Por qué no? ¿No quieres que se vayan de aquí?
La zorra suspiró y explicó:
—Estas moscas ya han saciado su hambre, y aunque me molestan, apenas me pican. Si las espantas, vendrán otras, más hambrientas aún, que me dejarán sin una gota de sangre.
Moraleja de la fábula La zorra y el erizo
A veces, la prudencia en nuestras decisiones nos ayuda a evitar males mayores.