Fábula La rana que quiso ser buey: adaptación de la fábula de Esopo
Un día, una rana vio a un buey pastando en el campo. Maravillada por su tamaño y fuerza, la rana, que era pequeña y débil, se sintió celosa. Decidió que también quería ser tan grande y majestuosa como el buey.
Así que, con gran esfuerzo, comenzó a inflar su cuerpo, hinchándose lo más que pudo.
—¿Me veo tan grande como el buey? —preguntó la rana a sus compañeras.
—No, aún no —respondieron las otras ranas.
Insatisfecha, la rana siguió hinchándose, cada vez más y más, hasta que una vez más preguntó:
— ¿Y ahora? ¿Ya me veo tan imponente como el buey?
Las otras ranas negaron con la cabeza, pero la rana decidida a igualar el tamaño del buey continuó inflándose más y más. Finalmente, en su esfuerzo por hacerse tan grande como el buey, su cuerpo no pudo soportarlo más y… ¡reventó!
Moraleja de la fábula La rana que quiso ser buey
No intentes ser algo que no eres. La envidia y el deseo de aparentar ser más de lo que uno es pueden llevar a la autodestrucción. Aceptar nuestras propias limitaciones es la clave para evitar situaciones dañinas.