La lechera: adaptación de la fábula de Esopo
Había una vez una joven lechera que llevaba en la cabeza un cubo lleno de leche recién ordeñada. Mientras caminaba hacia el mercado para venderla, empezó a soñar despierta sobre lo que haría con el dinero que obtendría.
— Con el dinero de esta leche, compraré una canasta de huevos —se decía a sí misma—. De esos huevos saldrán pollitos, que se convertirán en gallinas. Las gallinas pondrán más huevos, y con ellos, compraré un cerdo. ¡Cuando el cerdo sea grande, lo venderé y me compraré una vaca! Así tendré más leche y podré vender aún más.
Siguió soñando y soñando, imaginando que se convertiría en una gran comerciante. De tanto pensar en su éxito, se sintió tan feliz que dio un pequeño salto de alegría. Pero, en ese momento, el cubo de leche cayó al suelo, derramándose toda la leche.
La lechera se quedó mirando el charco de leche en el suelo, dándose cuenta de que todos sus sueños se habían desvanecido.
Moraleja de la fábula La Lechera
No cuentes tus pollos antes de que nazcan. Es mejor ser realista y no adelantar los hechos.