La cigarra y la hormiga: adaptación de la fábula de Esopo
Durante los cálidos días de verano, una cigarra cantaba feliz y sin preocupaciones bajo el sol, disfrutando de la estación sin pensar en el mañana. Mientras tanto, una hormiga trabajadora pasaba día tras día recolectando y almacenando comida en su hormiguero, preparándose laboriosamente para los meses de invierno.
La cigarra, que nunca se preocupaba por el futuro, se burlaba de la hormiga diciéndole, —¿Por qué no te tomas un descanso? Ven y canta conmigo en lugar de trabajar tan duro.
Pero la hormiga, sabia y previsora, simplemente respondía:
—Estoy guardando comida para el invierno. Te aconsejo que hagas lo mismo.
La cigarra, despreocupada, no hizo caso a las palabras de la hormiga y siguió cantando.
—¡No te preocupes por eso ahora! —replicó la cigarra. —El invierno está lejos, y yo quiero disfrutar del presente.
El verano dio paso al otoño, y el otoño al frío invierno. La comida se volvió escasa y la nieve cubrió los campos. La cigarra, hambrienta y temblando de frío, se dio cuenta de que no tenía nada que comer y estaba desesperada. Recordando a la hormiga, fue a su puerta a pedir ayuda.
—Querida hormiga, —dijo la cigarra—, por favor, déjame algo de comida o moriré de hambre en este frío.
La hormiga miró a la cigarra y le dijo, —¿Qué hacías en verano mientras yo trabajaba?
La cigarra, avergonzada, respondió, —Cantaba bajo el sol todo el día. A lo que la hormiga concluyó, —Pues bien, ahora puedes seguir cantando todo el invierno.
Así, la cigarra aprendió una dura lección sobre la importancia de la previsión y el trabajo duro. La hormiga cerró su puerta, dejando a la cigarra a enfrentar las consecuencias de sus elecciones.
Moraleja de la fábula La cigarra y la hormiga
Es vital prepararse para los tiempos difíciles y no dejarse llevar solo por el placer y la despreocupación del momento.