La campana y el esquilón: adaptación de la fábula de Tomás de Iriarte
Había una vez una campana en una gran catedral. Era muy especial, pues solo la tocaban en días importantes, y su sonido era fuerte y pausado, dando solo tres o cuatro golpes. Esta campana era famosa en toda la región, y todos la admiraban por su tamaño y su poderoso sonido.
En una pequeña aldea cercana había una iglesia humilde, con un campanario pequeño que parecía una capilla. Allí solo había una campana pequeña y rajada, llamada esquilón, que sonaba de manera muy simple.
Los vecinos de la aldea querían que su pequeña campana pareciera tan importante como la de la catedral, así que decidieron tocarla solo de vez en cuando y despacito, imitando el estilo de la gran campana.
Así, poco a poco, los aldeanos comenzaron a pensar que su pequeña campana era tan importante como la famosa campana de la catedral, solo porque la tocaban pocas veces y con mucha pausa.
Moraleja de la fábula La campana y el esquilón
Algunos creen que su trabajo será valorado solo después de que ya no estén, pero es mejor disfrutar de lo que hacemos mientras vivimos.