El mono y el delfín: adaptación de la fábula de Esopo
En la antigüedad, los marineros llevaban monos a bordo de sus barcos para entretenerse durante los largos viajes. En una ocasión, un barco que viajaba con un mono se encontró con una terrible tormenta y todos los tripulantes y animales cayeron al mar. Un delfín, al ver al mono en el agua, pensó que era un hombre y lo rescató, llevándolo en su espalda hacia la costa.
Mientras nadaban, el delfín, queriendo ser amable, le preguntó al mono:
—¿Eres ateniense?
El mono, siempre vanidoso y ansioso por aparentar ser importante, respondió:
—¡Claro que sí! Soy de una familia muy distinguida.
El delfín, intrigado, continuó:
—Entonces, seguro que conoces el Pireo, el famoso puerto de Atenas.
El mono, que no sabía que el Pireo era un lugar, respondió con seguridad:
—¡Por supuesto que lo conozco! ¡Es uno de mis mejores amigos!
Al darse cuenta de la mentira, el delfín se sintió engañado y, molesto, se sumergió en el agua, dejando al mono a su suerte.
Moraleja de la fábula El mono y el delfín
La mentira y la vanidad suelen llevar a quien las practica a su propia perdición.