El León enamorado: adaptación de la fábula de Esopo
Había una vez un león que se enamoró de la hija de un campesino. Tan grande era su amor que decidió ir a la casa del padre de la joven para pedir su mano en matrimonio.
El campesino, atemorizado por el poder y la ferocidad del león, no se atrevió a negarse directamente, pero tampoco quería que su hija se casara con el animal. Así que, con astucia, ideó un plan para disuadir al león.
—Me siento honrado de que desees casarte con mi hija—dijo el campesino—, pero tengo una condición. Como mi hija le tiene miedo a tus afiladas garras y tus fuertes dientes, si de verdad la amas, debes permitir que te los quite. Así ella no temerá por su vida.
Cegado por su amor, el león aceptó sin pensarlo. Permitió que le quitaran las garras y le limaran los dientes hasta dejarlos romos. Una vez que estuvo despojado de sus armas naturales, el campesino, que ya no le temía, lo echó de su casa con desprecio.
El león, incapaz de defenderse ni atacar, se marchó humillado, comprendiendo que, al renunciar a sus garras y dientes por amor, había perdido su poder y su dignidad.
Moraleja de la fábula El León enamorado
Quien se deja dominar por la pasión, a menudo termina perdiendo lo que lo hace fuerte. Las decisiones impulsivas y basadas en el deseo pueden llevar a la propia ruina.