El Lobo y el Cordero: adaptación de la fábula de Esopo
Un lobo y un cordero se encontraron un día bebiendo agua en el mismo arroyo. El lobo, que estaba río arriba, vio al cordero y decidió buscar una excusa para atacarlo.
—¡Oye tú! —dijo el lobo con una voz amenazante—. ¿Cómo te atreves a enturbiar el agua que estoy bebiendo?
El cordero, asustado pero tranquilo, respondió:
—Señor lobo, no es posible que yo enturbie el agua que estás bebiendo, porque estoy río abajo y el agua fluye hacia mí, no hacia ti.
El lobo, al no poder culpar al cordero por eso, intentó otra excusa.
—Bueno, si no fue ahora, seguro que el año pasado hablaste mal de mí —dijo el lobo.
—Eso tampoco puede ser cierto —respondió el cordero—, porque el año pasado yo ni siquiera había nacido.
El lobo, ya sin excusas, pero decidido a comerse al cordero, gruñó:
—Si no fuiste tú, entonces debió ser uno de tus parientes. ¡De cualquier manera, voy a vengarme!
Y sin más, el lobo se abalanzó sobre el cordero y lo devoró.
Moraleja de la fábula El Lobo y el Cordero
Quien quiere hacer el mal siempre encuentra una excusa, aunque sea injusta o sin razón.