Cuento: La carta que nunca llegó
En la pequeña ciudad adornada con luces de Navidad, Sofía, de ocho años, se sienta en su escritorio, rodeada de papeles de colores y marcadores. Su madre la observa cariñosamente mientras Sofía comienza a escribir.
—Mamá, este año mi carta a Papá Noel será diferente. No solo quiero pedir un regalo… —, dice Sofía, concentrada en su escritura.
—¿Qué más incluirás, cariño? —, pregunta su madre, curiosa.
—Quiero que todos los niños sientan la felicidad que yo siento en Navidad. Voy a pedir paz y alegría para todos—, responde Sofía con una sonrisa esperanzada.
Juntas, madre e hija caminan hacia el buzón en una fría tarde de diciembre. Sofía besa la carta antes de dejarla caer en el buzón y exclama con ilusión: —¡Espero que llegue a tiempo, Papá Noel necesita leerla!
Sin embargo, una tormenta de nieve sorprende a la ciudad esa noche. El viento sopla con fuerza, llevando consigo la carta de Sofía que accidentalmente cae del saco del cartero, quedando oculta bajo la nieve.
Pasados algunos días, Sofía mira por la ventana, preocupada. —Mamá, tengo un mal presentimiento sobre mi carta—, dice con una voz triste.
—No te preocupes, querida. Papá Noel encontrará una manera—, trata de consolarla su madre.
Una noche, mientras el pueblo duerme, un destello mágico ilumina la carta enterrada. Cobrando vida, la carta se dice a sí misma: —Debo cumplir mi misión. Sofía confía en mí.
En su camino hacia el Polo Norte, la carta conoce a Nico, un ratón curioso, cerca de un río helado. —¿Necesitas ayuda para cruzar? —, pregunta Nico, su voz temblorosa por el frío.
—Sí, debo llegar al Polo Norte lo antes posible—, responde la carta, su voz llena de urgencia.
Juntos, utilizan ramas y hojas para construir un puente. —Gracias, Nico. Sin ti, mi viaje habría terminado aquí—, dice la carta, agradecida.
El viaje continúa hasta un bosque encantado, donde hadas mágicas rodean a la carta y a Nico. Una de ellas pregunta: —¿Quién osa entrar en nuestro bosque con tanta prisa?
—Por favor, necesitamos ayuda. Llevo una misión muy importante—, explica la carta.
Conmovidas por la historia, las hadas deciden ayudar. —Que este polvo mágico os proteja y os dé velocidad—, dice el hada líder mientras esparce un brillo dorado sobre ellos.
Cuando una tormenta atrapa a la carta y a Nico en una montaña, Astra, un águila gigante, los rescata y lleva al otro lado. —Agárrense fuerte—, instruye Astra, mientras el viento aúlla a su alrededor.
En una cueva resplandeciente, encuentran a Orión, un viejo búho sabio. Orión les da una estrella guía y les dice: —Esta estrella iluminará vuestro camino. Con ella, las tormentas serán menos amenazantes.
Finalmente, la carta y sus compañeros llegan al taller de Santa Claus. Presentándose ante Papá Noel, la carta relata su aventura. —Esta es la carta de Sofía. Ha viajado lejos para asegurar que su deseo se cumpla—, dice, entregándola a Santa.
—¡Qué valentía! —, exclama Papá Noel. —Sofía ha pedido algo muy especial, y será concedido con un toque especial—.
Como agradecimiento por su coraje, Papá Noel ofrece a la carta y a Nico un lugar en su equipo. —¿Os gustaría ayudarme a llevar la magia de la Navidad por todo el mundo? —, pregunta con una sonrisa acogedora.
—Nos encantaría—, responden, emocionados y agradecidos.
De vuelta en su hogar, Sofía encuentra su carta bajo el árbol en la mañana de Navidad. La toca y siente una calidez especial. —Esta carta ha vivido una aventura increíble—, murmura, consciente del viaje mágico que ha tenido.
Así, con la alegría restaurada y la sabiduría ganada, Sofía guarda su carta como un tesoro lleno de magia y sueños cumplidos, mientras el verdadero espíritu de la Navidad brilla en cada rincón de su corazón.