Una visita de San Nicolás: adaptación del cuento de Clement Clarke Moore
Era la noche antes de Navidad, y toda la casa estaba en silencio. No se oía ni un sonido, ni siquiera el rasguño de un ratón. Las medias estaban colgadas junto a la chimenea con cuidado, esperando que San Nicolás pronto llegara.
Los niños estaban acurrucados en sus camas, soñando con dulces navideños. Mamá llevaba su pañuelo y yo mi gorro, y ambos ya estábamos listos para dormir cuando, de repente, escuché un ruido afuera.
—¿Qué fue eso? —, pensé, y rápidamente me levanté de la cama. Me acerqué a la ventana, levanté la cortina y miré el cielo, y ¡no podía creer lo que veía! Un trineo brillante bajaba del cielo, tirado por ocho renos. Parecían tan veloces como el viento, sus patas casi tocaban las estrellas mientras descendían. En el asiento del trineo, con una gran sonrisa y una chispa de alegría en los ojos, estaba él: San Nicolás.
A medida que los renos iban bajando, San Nicolás comenzó a llamarlos, uno por uno, con una voz alegre y fuerte que resonaba en la noche:
—¡Ahora, Dasher! ¡Vamos, Dancer! ¡Adelante, Prancer y Vixen! —llamó, y los renos inclinaron la cabeza, atentos a cada palabra.
Su voz era tan clara y feliz que hasta la nieve parecía brillar un poco más. Continuó llamando, mientras el trineo se acercaba al suelo del jardín:
—¡Y ahora, Comet, Cupid, Donner y Blitzen!
Cada reno aterrizó suavemente, sin hacer apenas ruido, como si fueran copos de nieve tocando el suelo. Todos se alinearon perfectamente, como si supieran exactamente lo que tenían que hacer. Y allí estaban, con los ojos atentos y brillantes, listos para la siguiente orden de su querido San Nicolás.
Por un momento, me quedé tan asombrado que olvidé respirar. ¡Estaba viendo algo que solo había imaginado en mis sueños! Santa Claus acarició a cada uno de sus renos, dándoles una palmada amistosa en el lomo, y luego levantó la vista hacia el techo, preparado para su entrada mágica.
Apareció en la sala en un abrir y cerrar de ojos, con una gran bolsa de juguetes a la espalda. Su traje rojo brillaba y, al verme, me guiñó un ojo.
Lo observé en silencio, emocionado, mientras él sacaba juguetes de su bolsa, uno por uno, y los colocaba con cuidado en las medias junto a la chimenea. Tenía los ojos brillantes, su rostro era redondo y sus mejillas estaban rojas por el frío. Su sonrisa era cálida, y cuando reía, la casa se llenaba de alegría.
No pude evitar sonreír yo también. Cuando terminó de llenar todas las medias, me hizo una señal con la mano, como despedida. Subió por la chimenea con una facilidad mágica, y en un instante, estaba de nuevo en su trineo en el techo.
Desde allí, agitó su mano en el aire y me gritó:
—¡Feliz Navidad a todos!
Y con un último —Ho, ho, ho—, su trineo y los renos volaron hacia el cielo estrellado, desapareciendo en la noche mientras la nieve caía suavemente.
Volví a la cama, sonriendo y sintiéndome como un niño, sabiendo que mis hijos se llevarían una maravillosa sorpresa al despertar.
FIN
Una Visita de San Nicolás: Orígenes y Legado de un Clásico Navideño
El poema Una visita de San Nicolás (titulado en inglés A Visit from St. Nicholas), comúnmente conocido como Era la noche antes de Navidad (The Night Before Christmas), es uno de los textos más emblemáticos y queridos en la tradición navideña de Estados Unidos. Publicado por primera vez de manera anónima en 1823 bajo el título «Relato de una visita de San Nicolás», este poema no solo ha capturado la imaginación de generaciones, sino que también ha moldeado la figura contemporánea de Santa Claus.
Durante décadas, la autoría del poema fue objeto de debate. Clement Clarke Moore, un erudito y poeta de Nueva York, reclamó la creación del poema en 1837, catorce años después de su primera publicación. Sin embargo, existen teorías que proponen a Henry Livingston Jr., un poeta de Poughkeepsie, como el verdadero autor. Este debate sigue siendo un interesante misterio literario que añade un elemento de intriga a la historia del poema.
Los versos de Una visita de San Nicolás son considerados por muchos críticos como «posiblemente los versos más conocidos jamás escritos por un estadounidense». Este poema no solo es una obra maestra de la literatura festiva, sino que también ha sido fundamental en la configuración de la imagen moderna de Santa Claus. Antes de su popularización, las percepciones de San Nicolás en Estados Unidos variaban significativamente, con imágenes que iban desde un santo serio hasta figuras más folclóricas y mundanas.
El poema presenta a un Santa Claus jovial que viaja en un trineo tirado por renos, entregando regalos a los niños en la víspera de Navidad. Estos elementos, aunque ahora son icónicos, fueron en su momento innovaciones que eventualmente se integraron en la narrativa global de Santa Claus. Además, Moore se inspiró en un manitas holandés local y en el histórico San Nicolás para dar vida a este personaje carismático que visita los hogares en Navidad.
Con el tiempo, este poema fue adaptado a múltiples formatos, incluyendo la música. Ha sido grabado por diversos artistas y se ha interpretado en numerosos eventos festivos, consolidando aún más su posición como un pilar de la cultura navideña. Esta obra no solo perpetúa la alegría y la magia de la Navidad, sino que también actúa como un vínculo generacional, siendo parte de las celebraciones navideñas en muchos hogares alrededor del mundo.
Desde su publicación anónima hasta su adopción en la cultura popular, Una visita de San Nicolás sigue siendo un tesoro literario que celebra la generosidad y el espíritu festivo. A través de sus versos, Clement Clarke Moore (o posiblemente Henry Livingston Jr.) ha dejado un legado duradero que continúa enriqueciendo las festividades navideñas y modelando las tradiciones que abrazamos hoy.