Alicia en el país de las maravillas: adaptación del cuento de Lewis Carroll
Alicia estaba aburrida sentada junto a su hermana en la orilla del río bajo un gran árbol. De repente vio a un Conejo Blanco con chaleco y reloj que pasó corriendo. —¡Llegaré tarde! ¡Llegaré tarde! ¡La reina me cortará la cabeza! —se quejó el conejo. Curiosa, Alicia lo siguió hasta una madriguera y cayó dentro. Durante su caída, vio estantes con libros, mermeladas, y objetos extraños. Finalmente aterrizó suavemente en un pasillo con una puerta al final.
—¡Qué lugar tan extraño para mermeladas! —pensó Alicia.
Alicia encontró una botella marcada «BÉBEME» y al hacerlo, encogió. Luego comió un pastel con la inscripción «COMEME» que la hizo crecer enormemente, golpeando su cabeza contra el techo. Pronto lloró tanto que sus lágrimas formaron un lago. Reducida de tamaño por otro pedazo de pastel, nadaba entre sus lágrimas con un Ratón, un Pato, y un Loro.
—¿Nadaremos para secarnos? —sugirió el Ratón.
Los cuatro, junto a otros animales, intentaron nadar, pero el agua era fría y pegajosa. A pesar de las circunstancias, Alicia aprendía rápidamente sobre este nuevo y extraño mundo. Exhaustos, decidieron seguir al Ratón, esperando encontrar una salida y algo de lógica en ese lugar absurdo.
Después de la inundación de lágrimas, el Ratón sugirió una carrera inusual para secarse. —¡Cuando diga ‘ya’, todos corren y cambian de dirección al azar!— explicó. Alicia, confundida pero dispuesta, participó en esta carrera sin inicio ni fin, corriendo y gritando aleatoriamente. Para su sorpresa, terminaron menos húmedos y más confundidos.
—Ahora, les contaré una historia muy instructiva —anunció el Ratón, y comenzó un relato confuso sobre un cuervo y un escritorio.
La historia era un laberinto de paradojas que dejó a Alicia perpleja. Sus esfuerzos por entender y las constantes interrupciones de los demás solo añadían más confusión a su frustración. Alicia empezaba a sospechar que en este mundo, aceptar el absurdo podría ser la única manera de avanzar.
Alicia llegó a la casa del Conejo Blanco, que parecía sacada de un cuento victoriano. El Conejo, al verla, la confundió con una sirvienta y le ordenó buscar unos guantes y un abanico.
—¡Rápido, ve y tráeme mis cosas! —exclamó el Conejo.
Alicia, jugando su papel, entró en la casa y encontró otra botella misteriosa. Tras beberla, creció desmesuradamente, quedando atrapada entre las paredes de la casa. El Conejo y otros animales intentaron ayudarla lanzando piedras, que mágicamente se convertían en pequeños pasteles al tocar el interior.
Aprovechando la situación, Alicia comió los pasteles y encogió hasta liberarse, dejando atrás un grupo de animales confusos y un Conejo muy perplejo. Al alejarse, reflexionó sobre la impredecible lógica de este mundo, donde las piedras se transformaban en pasteles y una niña podía ser confundida con una sirvienta.
Alicia, tras huir de la casa del Conejo Blanco, descansó en un jardín tranquilo y encontró a una oruga azul fumando en una seta gigante.
—¿Quién eres tú? —preguntó la Oruga con seriedad.
Alicia, confundida por sus cambios recientes, admitió no estar segura de quién era. La Oruga, imperturbable, discutió la naturaleza del cambio, usando su propia metamorfosis como ejemplo.
—El cambio es parte de ti —explicó la Oruga, exhalando anillos de humo.
Alicia reflexionó sobre esto y la Oruga le ofreció un consejo práctico: comer de un lado de la seta la haría crecer, y del otro, menguar. Alicia tomó un trozo de cada lado y lo guardó, despidiéndose de la Oruga que comenzaba a envolverse en un capullo. Y así continuó su viaje, pensativa sobre el cambio y su control sobre él.
Curiosa, Alicia avanzó hacia una casa caótica en el bosque, hogar del Duque y la Duquesa. Al entrar, encontró una cocina llena de humo de pimienta, con platos volando y la Duquesa amamantando bruscamente a un bebé entre gritos y estornudos.
Durante su visita, Alicia decidió llevarse al bebé para protegerlo, pero al salir al aire libre, el niño se transformó en un cerdito que rápidamente escapó hacia el bosque. Confundida y algo horrorizada, Alicia se encontró con el Gato de Cheshire, quien inició una conversación enigmática, desvaneciéndose hasta que solo su sonrisa quedaba visible en el aire.
Este encuentro profundizó la reflexión de Alicia sobre la realidad y las apariencias en el País de las Maravillas, marcando profundamente su comprensión de este mundo donde lo imposible se convierte en lo cotidiano.
Alicia se topó con una escena peculiar: una mesa de té al aire libre donde el Sombrerero Loco, la Liebre de Marzo, y un Lirón dormilón celebraban una fiesta eterna. Ellos le explicaron que, debido a un conflicto con el Tiempo, siempre era hora del té para ellos.
—El tiempo se congeló a las seis —dijo el Sombrerero con orgullo.
Las conversaciones eran un remolino de acertijos sin respuesta y lógica absurda. Alicia se esforzaba por seguir el hilo, pero cada intento era frustrado por interrupciones o contradicciones.
—¿Por qué es un cuervo como un escritorio? —preguntó el Sombrerero, dejando a Alicia confundida sin ofrecer respuesta alguna.
Desbordada por el caos, y con el Lirón murmurando en sueños, Alicia decidió dejar la mesa, con los ecos de la risa maniática del Sombrerero y la Liebre persiguiéndola mientras se alejaba.
Tras la fiesta de té, Alicia encontró un jardín ordenado que contrastaba con el caos anterior, donde la Reina de Corazones presidía un juego de croquet muy peculiar. Las bolas eran erizos y los mazos flamencos, mientras que los aros los formaban soldados doblados.
—¡Que le corten la cabeza! —gritaba la Reina a cualquier error, su frase favorita resonando con una frecuencia alarmante.
Alicia, al intentar jugar, lidiaba con flamencos curiosos y erizos escurridizos. La tensión alcanzó su punto máximo cuando la Reina ordenó decapitar a un jugador por un error menor. Afortunadamente, la intervención oportuna de otros personajes salvaba al condenado.
Este capítulo mostró a Alicia la caprichosa ley del País de las Maravillas, donde la justicia era tan fluctuante como el cuello de un flamenco, y el poder, tan arbitrario como la propia Reina.
Después de despedirse de la Tortuga Falsa y el Grifo, Alicia encontró un sendero que la llevó a una playa donde un grupo de langostas y aves marinas organizaban «El Baile de la Langosta». Comenzaron con una canción de cuna que resonaba de manera alegre y macabra, mientras las langostas y las aves, tomadas de las pinzas y patas, bailaban en la arena.
—¡Adelante, media vuelta, hacia atrás, y salto! —dirigía un viejo Cangrejo con un bastón.
Las langostas lanzaban sus sombreros al aire y las aves tropezaban entre sí, causando avalanchas de arena. Alicia, entretenida por el absurdo espectáculo, finalmente se unió al baile, dejándose llevar por la ilógica alegría del momento.
Alicia fue llevada de repente a un juicio en la corte de la Reina de Corazones por el robo de unas tartas. La sala estaba llena de criaturas del País de las Maravillas, con el Rey de Corazones como un juez desorientado por su peluca.
El juicio fue un desfile de testimonios absurdos y evidencias que desaparecían, liderado por el nervioso Sombrerero Loco y la divagante Liebre de Marzo. Alicia, acusada repentinamente por la Reina de conocer la verdad sobre las tartas, se encontró en el centro de un caos creciente.
—¡Que le corten la cabeza! —gritaba la Reina, desencadenando un tumulto en el tribunal.
Alicia, creyendo que su final era inminente, se despertó bajo el gran árbol al lado del río, con su cabeza reposando suavemente en el regazo de su hermana. Todo había sido un sueño…
Las hermanas caminaron hacia casa, y Alicia, con una sonrisa, miraba de vez en cuando hacia el río, esperanzada de ver al Conejo Blanco. Aunque el conejo no apareció, su aventura le enseñó que lo extraordinario podía encontrarse en cualquier momento y lugar.
FIN

Alicia: Más que una Niña en el País de las Maravillas
Alicia, la icónica protagonista creada por Lewis Carroll, no es solo un personaje de una historia para niños; es un símbolo cultural que ha trascendido las páginas de «Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas» (1865) y su secuela «A través del espejo» (1871). Su creación fue inspirada por las narrativas que Carroll contaba a las hermanas Liddell durante los paseos en barco por el Támesis, junto a su amigo Robinson Duckworth. Aunque Alicia comparte su nombre con Alice Liddell, una de las hermanas, los expertos aún debaten cuánto de la niña real está reflejado en el personaje.
Alicia es descrita por Carroll como una niña «amorosa y amable», «cortés con todos», «confiada» y «tremendamente curiosa». Esta mezcla de cortesía victoriana y curiosidad intrépida la convierte en una figura atractiva tanto para jóvenes como para adultos. A través de sus aventuras, Alicia no solo explora mundos fantásticos, sino que también desafía las normas y estructuras de autoridad, mostrando una inteligencia, educación y escepticismo que eran inusuales para los protagonistas infantiles de su época.
El éxito de las novelas de Alicia ha generado un sinfín de secuelas, parodias e imitaciones que han adoptado el temperamento audaz y cuestionador del personaje. Su imagen ha evolucionado desde los dibujos originales de Carroll en «Alice’s Adventures Under Ground» hasta las icónicas ilustraciones de John Tenniel, que la presentan con una apariencia más definida y que se ha convertido en la imagen canónica del personaje.
Alicia ha sido interpretada desde múltiples perspectivas críticas y ha protagonizado innumerables adaptaciones, incluyendo la famosa película de 1951 de Walt Disney. Estas reinterpretaciones han contribuido a que Alicia se mantenga relevante, permitiendo que cada nueva generación descubra y reinterprete sus aventuras a su manera. Su capacidad para ser reimaginada es, sin duda, uno de los pilares de su perdurable atractivo.
Alicia en el país de las maravillas es más que un libro para niños; es una obra que invita a la reflexión sobre temas de personalidad, autoridad y la naturaleza humana, haciendo de Alicia un personaje eterno en la literatura y en la cultura popular. A medida que continúa inspirando a artistas, escritores y pensadores, Alicia permanece como un testimonio del poder de la imaginación y la narrativa para desafiar y entretener.
«Alicia en el País de las Maravillas»: Un Viaje Animado en la Historia de Disney
La magia de Disney transformó el clásico literario de Lewis Carroll en una colorida animación con el estreno de «Alicia en el País de las Maravillas» el 28 de julio de 1951. Este film se convirtió en el decimotercer título del impresionante canon de largometrajes animados de Disney, representando una fusión audaz de imaginación y arte que sigue cautivando a generaciones.
La adaptación de Disney tomó las ricas narrativas de «Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas» y «A través del espejo y lo que Alicia encontró allí» y las plasmó en una experiencia visual y auditiva única que destacó desde su lanzamiento. Producida por Walt Disney y distribuida por RKO Pictures, la película marcó un hito en la forma de adaptar literatura clásica para el público infantil y familiar.
El estreno de la película en Estados Unidos fue solo el principio de su viaje global. Llegó a México el 17 de enero de 1952, proyectándose en el emblemático Cine Alameda, y más tarde, el 17 de abril de 1954, debutó en España en los cines Palace y Pompeya de Madrid, consolidándose como un fenómeno internacional.
La interpretación de Disney de la historia de Alicia no solo capturó la esencia de los personajes excéntricos y los paisajes oníricos de Carroll, sino que también introdujo elementos visuales y musicales que se han convertido en icónicos. Desde el Gato de Cheshire hasta la frenética Fiesta de No Cumpleaños, cada escena de la película ofrece una cápsula del tiempo de creatividad y arte animado.
Además, «Alicia en el País de las Maravillas» ha tenido un impacto duradero en la cultura pop y en la industria del entretenimiento. Ha inspirado innumerables adaptaciones, reinterpretaciones y mercancías que continúan vendiéndose en todo el mundo. Este film no solo es un testimonio del ingenio de Disney, sino también un pilar en la historia de la animación que demostró cómo las adaptaciones de obras clásicas pueden ser tanto fieles a su material original como innovadoras en su ejecución.
La película sigue siendo una fuente de inspiración y estudio debido a su rica paleta de colores, diseño de personajes y narrativa creativa que desafía las convenciones de su tiempo. Para los entusiastas del cine, los estudiosos de Disney y los fans de Carroll, «Alicia en el País de las Maravillas» ofrece una ventana a una era de oro de la animación y una invitación eterna a explorar el encanto y el misterio del País de las Maravillas. Con cada nueva visualización, los espectadores pueden descubrir nuevas capas de arte y magia, asegurando que la maravilla de Alicia permanezca viva por generaciones.