El resfriado común, también conocido como catarro, es una de las afecciones más frecuentes en la infancia. Durante los primeros meses y años de vida, los niños se encuentran en pleno desarrollo de su sistema inmunológico, por lo que son más susceptibles a contraer infecciones víricas que se propagan con facilidad, especialmente en entornos con otros niños, como guarderías o parques. A continuación, te ofrecemos una guía completa para entender en qué consiste el resfriado común, cuáles son sus causas, cómo identificar las complicaciones y qué consejos puedes aplicar para aliviar la tos y otros síntomas en los bebés de 0 a 36 meses.
¿Qué es el resfriado común?
El resfriado común es, en realidad, un conjunto de infecciones víricas que afectan principalmente a las vías respiratorias superiores, es decir, los conductos nasales y la garganta. Se trata de una enfermedad muy frecuente que presenta síntomas de intensidad y duración variables. Entre estos síntomas destacan la secreción nasal acuosa o mucosidad, la congestión, la tos, el malestar general y, en ocasiones, fiebre moderada (normalmente por debajo de los 39 °C).
En los niños, estos síntomas pueden notarse de forma muy clara porque afectan a su alimentación y descanso. Un bebé o niño pequeño con la nariz bloqueada puede tener dificultades para respirar mientras come, especialmente si todavía se alimenta con biberón o lactancia materna. Por su parte, la tos suele ser seca e irritativa al principio, impidiendo un buen descanso nocturno.
Causas y factores de contagio
Existen más de 200 tipos diferentes de virus que pueden provocar el resfriado común. Los más habituales pertenecen al grupo de los rhinovirus, aunque también hay otros virus implicados como coronavirus o enterovirus. Esta variedad explica por qué los niños pueden resfriarse en múltiples ocasiones a lo largo de un mismo año, especialmente durante los meses fríos (de septiembre a mayo).
La convivencia con otros niños (en guarderías, escuelas infantiles o parques) es uno de los factores de contagio más determinantes. El contacto estrecho, compartir juguetes y la falta de higiene de manos en los más pequeños son vías rápidas de transmisión. Además, cuanto más joven es el niño, mayor es su vulnerabilidad, ya que su sistema inmunológico no ha estado expuesto a tantos virus como el de los adultos.
A menudo se atribuye el resfriado a haber pasado frío o a salir de casa con el pelo mojado. Sin embargo, esta creencia popular no tiene una base científica sólida. Lo que sí ocurre es que durante los meses fríos, la actividad de los virus del resfriado se incrementa y pasamos más tiempo en espacios cerrados, lo que facilita la propagación.
Síntomas habituales y duración
Los síntomas del resfriado común suelen manifestarse de la siguiente forma:
- Mocos transparentes o acuosos: Al inicio del resfriado, los niños suelen tener secreciones nasales claras, muy fluidas, que pueden acabar irritando la piel alrededor de la nariz.
- Estornudos y congestión nasal: La nariz tapada y los estornudos ocasionales son señales tempranas. El pequeño puede mostrar cierta molestia o picor en la garganta.
- Tos seca e irritativa: Suele aparecer pronto y puede impedir que el niño duerma bien, sobre todo en la primera mitad de la noche.
- Fiebre moderada (por debajo de 39 °C): No siempre se presenta fiebre, pero en caso de aparecer, normalmente es baja o moderada y desaparece en pocos días.
- Malestar general y cansancio: El niño puede mostrarse más irritable, somnoliento o con falta de apetito. Esto se ve favorecido por la congestión nasal que dificulta la alimentación.
Conforme pasan los días (alrededor de 3 a 7 días), los síntomas suelen variar:
- La mucosidad se vuelve más espesa y su color cambia a amarillento o verdoso.
- La tos, que al principio era seca, puede volverse más productiva (con secreción de mucosidad), aunque muchas veces los niños traguen esta flema en lugar de expulsarla.
Por lo general, un resfriado puede durar entre 7 y 15 días, aunque en la mayoría de los casos los síntomas empiezan a mejorar claramente a partir de la primera semana.
Complicaciones más frecuentes
Aunque la mayoría de los resfriados comunes se resuelven sin grandes problemas, existe la posibilidad de que se produzcan complicaciones. Es importante saber identificarlas para actuar a tiempo:
- Infección de oído (otitis): Una de las complicaciones más habituales. Se sospecha cuando el niño se queja de dolor de oído, se toca la oreja con frecuencia o presenta irritabilidad. La fiebre puede reaparecer, pero no siempre es así.
- Neumonía (o pulmonía): Es poco frecuente, pero sucede cuando la infección desciende a los pulmones. El niño puede respirar muy rápido (por encima de 40 respiraciones por minuto) y se observa un movimiento muy marcado del pecho al respirar. La fiebre suele superar los 39 °C.
- Sinusitis: Más frecuente en niños mayores, aunque no es imposible en los pequeños. Se caracteriza por fiebre, dolor de cabeza, mal aliento y, en ocasiones, ojeras. Si la secreción nasal espesa, amarilla o verde persiste más de 7-10 días y el niño parece empeorar en vez de mejorar, podría tratarse de una sinusitis.
Es fundamental diferenciar estas complicaciones de la evolución normal del resfriado. La idea de que surgen por “resfriados mal curados” es errónea: el resfriado común no tiene un tratamiento curativo específico, sino que se alivia con cuidados sintomáticos mientras el sistema inmunológico del niño combate la infección vírica.
Cuidar la tos en niños de 0 a 36 meses
La tos es uno de los síntomas más molestos para los pequeños, ya que puede interrumpir su sueño y su alimentación. En bebés y niños de hasta 3 años, la tos suele evolucionar de seca a húmeda a lo largo del resfriado. Estos son algunos consejos para ayudar a tu hijo:
- Mantén una buena hidratación: Ofrece líquidos frecuentes, ya sea leche materna, leche de fórmula o agua (en los mayores de 6 meses). La hidratación ayuda a aflojar la mucosidad y a calmar la irritación de la garganta.
- Facilita la expulsión de mocos: En bebés muy pequeños, es útil emplear suero fisiológico y un aspirador nasal suave para despejar la nariz antes de las tomas o antes de dormir. Así respiran mejor y les resulta más fácil conciliar el sueño.
- Vaporizaciones o ambiente húmedo: Colocar un humidificador con agua (sin esencias) en la habitación del niño o simplemente dejar correr el agua caliente en el baño para generar vapor puede ayudar a aflojar la congestión y la tos.
- Elevar la cabecera de la cuna: Siempre que la edad y la seguridad lo permitan, colocar ligeramente elevada la superficie donde duerme el niño ayuda a que la mucosidad no se acumule en la parte posterior de la garganta. Asegúrate, eso sí, de mantener las normas de seguridad para el sueño, especialmente en menores de un año.
- Evitar la exposición a irritantes: El humo del tabaco es muy perjudicial para las vías respiratorias de los bebés y niños pequeños. Mantén el ambiente libre de humos y de sustancias que puedan agravar la tos.
- Uso prudente de medicamentos: En bebés y niños pequeños, muchos fármacos antitusígenos o descongestionantes no están recomendados. Consulta siempre con el pediatra antes de administrar cualquier jarabe o medicamento de venta libre.
Mitos y realidades sobre el resfriado
- “Se resfrió por salir con el pelo mojado.” Ya hemos visto que es una creencia popular. La causa real del resfriado es el contagio por virus, no la exposición al frío o el aire libre.
- “Si se moja los pies, se constipará.” Es cierto que llevar los pies mojados y fríos resulta incómodo, pero no es la causa directa de la infección. Sí puede contribuir a que bajen las defensas locales, pero el factor decisivo sigue siendo el virus y su transmisión.
- “Los resfriados mal curados derivan en pulmonía.” No hay tal cosa como “curar” un resfriado con un medicamento específico. La neumonía es una complicación poco frecuente que depende de la agresividad de los microorganismos y la susceptibilidad del niño, no de un supuesto mal cuidado.
- “Hay que administrar antibióticos.” El resfriado es una infección viral y los antibióticos solo actúan contra bacterias. No aceleran la curación ni previenen complicaciones víricas.
Prevención: ¿Cómo reducir la frecuencia de los resfriados?
En niños que van a la guardería o conviven con otros pequeños, es casi imposible evitar todos los resfriados. Sin embargo, se pueden aplicar medidas para disminuir la probabilidad de contagio o al menos reducir la intensidad de los síntomas:
- Higiene de manos: Enseña a los niños mayores a lavarse las manos con agua y jabón de forma regular (especialmente antes de comer y después de sonarse la nariz o estornudar).
- Higiene respiratoria: Cubre boca y nariz con el codo al toser o estornudar (a los niños de 2-3 años ya se les puede enseñar este hábito).
- Espacios ventilados: Ventilar cada día la casa, incluso en invierno, para renovar el aire y reducir la concentración de virus.
- Alimentación equilibrada: En la medida de lo posible, ofrece una dieta variada rica en frutas y verduras para fortalecer su sistema inmunológico.
- Lactancia materna: En los bebés, la lactancia materna exclusiva (hasta los 6 meses) o mixta aporta defensas y reduce la tasa de infecciones respiratorias.
¿Cuándo consultar con el pediatra?
Aunque la mayoría de los resfriados se resuelven con cuidados sintomáticos y paciencia, hay situaciones en las que se recomienda acudir al pediatra:
- El niño presenta fiebre alta (más de 39 °C) que no baja con medidas habituales (antitérmicos, baños tibios) o se mantiene por más de 48 horas.
- Dificultad respiratoria marcada, respiración muy rápida (más de 40 veces por minuto) o hundimiento del pecho.
- El pequeño rechaza de manera prolongada la alimentación y los líquidos, o muestra signos de deshidratación (menos pañales mojados de lo habitual, llanto sin lágrimas).
- Aparece dolor de oído o la irritabilidad del niño es muy intensa y constante.
- Empeoramiento de los síntomas tras 7-10 días o mucosidad persistente de color verdoso que pueda indicar sinusitis.
Conclusión
El resfriado común es una infección vírica muy frecuente en niños de 0 a 36 meses, especialmente cuando asisten a guarderías o tienen hermanos mayores que pueden traer virus a casa. Aunque resulta inevitable que los niños enfermen varias veces al año, comprender los síntomas, las causas y las posibles complicaciones permite actuar con serenidad y tomar las medidas de cuidado adecuadas.
La tos, elemento característico y molesto, puede manejarse con hidratación, limpieza nasal, humidificación del ambiente y posición adecuada para dormir. Evita la automedicación y sigue siempre las indicaciones del pediatra para el uso de medicamentos. Recuerda también la importancia de la prevención a través de la higiene de manos, la ventilación de espacios y una buena alimentación.
No hay una cura milagrosa para el resfriado, pero estos consejos te ayudarán a sobrellevar mejor el proceso y a aliviar el malestar de tu pequeño hasta que sus defensas combatan por completo el virus. Si observas signos de alarma, como fiebre alta persistente, problemas respiratorios o molestias en el oído, acude al pediatra para descartar complicaciones y recibir un diagnóstico apropiado. De este modo, podrás estar tranquilo de que tu bebé o niño pequeño reciba los mejores cuidados en cada etapa de su desarrollo.
(Este artículo es solo informativo y no reemplaza la consulta o el diagnóstico de un profesional de la salud. Ante cualquier síntoma preocupante o duda persistente, contacta con el pediatra.)
¿Cómo se ha redactado este artículo? Este artículo ha sido elaborado utilizando recomendaciones de expertos y extrayendo información de fuentes médicas y gubernamentales confiables, incluyendo el NHS, la Clínica Mayo, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., la Academia Americana de Pediatría y el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos. Es importante destacar que el contenido presentado en esta página no está destinado a sustituir la consulta médica profesional. Te aconsejamos que consultes a un profesional médico para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados.