Mitos sobre el sueño del bebé, desmitificados

El sueño del bebé es uno de los temas que más preocupa a los padres, especialmente a quienes están pasando por esas primeras etapas repletas de desvelos, despertares continuos y un cansancio que parece no tener fin. En esa búsqueda por lograr que nuestro pequeño concilie el sueño y, sobre todo, lo mantenga durante el mayor tiempo posible, solemos escuchar un sinfín de consejos y “remedios” caseros que prometen maravillas. Sin embargo, no todos estos consejos están basados en la evidencia o en prácticas avaladas por expertos. Algunos son mitos que se han ido transmitiendo de generación en generación, pero que, con los conocimientos actuales, han quedado totalmente desfasados.

En este artículo, desmitificamos seis creencias muy comunes sobre el sueño del bebé. Te explicamos por qué no son ciertas y te ofrecemos algunas ideas sobre cómo establecer rutinas y hábitos saludables que realmente contribuyan a que tu pequeño descanse mejor. Si estás cansada (o cansado) de noches de poco sueño, te invitamos a seguir leyendo: aquí encontrarás información valiosa respaldada por profesionales y experiencias de muchos padres.

Mito 1: “Los recién nacidos no necesitan un horario de sueño”

Por qué es falso
Existe la creencia de que, como un recién nacido apenas está adaptándose al mundo, no tiene sentido fijar un horario de sueño, pues “dormirá cuando tenga sueño”. Sin embargo, incluso los bebés más pequeñitos se benefician de cierta regularidad: tener horarios de sueño por la noche y para las siestas diurnas ayuda a establecer un patrón que, con el tiempo, facilitará que aprendan a dormir durante intervalos más largos.

El valor de una rutina
Un horario no significa forzar al bebé a dormir cuando no quiere, sino crear rituales que le permitan anticipar el momento de descanso. Por ejemplo, antes de la hora de dormir se puede establecer una secuencia relajante: un baño templado, un suave masaje, un arrullo o una canción de cuna. Esto enseña al bebé a asociar esos estímulos con la llegada de la hora de dormir, disminuyendo la ansiedad que a veces sienten por la noche.

Consejos para ponerlo en práctica

  • Mantén los horarios lo más constantes posible: Aunque los recién nacidos duermen muchas horas al día (hasta 16 o 17 horas), intentar que las siestas tengan un rango de horario establecido puede marcar la diferencia.
  • Observa las señales de sueño: Para no forzar al bebé, fíjate en señales como el frotarse los ojos, bostezar o miradas ausentes. En esos momentos, acompáñalo a un lugar tranquilo y dale la oportunidad de descansar.
  • Sé flexible: Un horario no debe ser rígido, porque cada bebé es único. Pero, dentro de la flexibilidad, mantener una rutina consistente da al bebé seguridad y favorece el sueño.

Mito 2: “Los bebés pueden dormir toda la noche sin despertarse”

La realidad
A menudo, los padres sueñan con que su hijo “por fin” duerma toda la noche. Y sí, es cierto que hay bebés que, desde los primeros meses, parecen lograr grandes tramos de sueño continuo. Sin embargo, no es la norma. Tal como ocurre con los adultos, los bebés también tienen ciclos de sueño en los que se despiertan brevemente. La diferencia es que un adulto sabe cómo volver a dormirse de manera automática, mientras que el bebé está aprendiendo esa habilidad.

Lo que dicen los expertos

  • Algunos bebés logran calmarse y volver a dormirse de forma consistente después de los dos o tres meses.
  • Otros no lo consiguen hasta los seis meses o más.
  • Cada bebé tiene un ritmo distinto de maduración en este aspecto.

Cómo ayudar a tu bebé a volver a dormirse
Para favorecer que tu bebé, en cada microdespertar, sea capaz de conciliar el sueño sin tu ayuda inmediata, lo ideal es que aprenda estrategias de autorregulación. Por ejemplo, dejarlo unos instantes para ver si, con un balanceo suave o un leve arrullo, se calma por sí solo. Aunque no todos los niños adquieren esta habilidad al mismo tiempo, los padres pueden fomentar un ambiente propicio con oscuridad, tranquilidad y evitando ruidos fuertes durante la noche.

Mito 3: “Puedes hacer que un bebé duerma toda la noche si le das alimentos sólidos pronto”

El origen de la creencia
Muchos padres, deseando desesperadamente una noche completa de descanso, han oído la recomendación de “darle cereal en el biberón” u otros alimentos sólidos a su bebé antes de dormir, en la creencia de que el estómago más lleno prolongará el sueño. Suena lógico, pero es un mito que puede resultar contraproducente.

Por qué es falso

  • Los bebés menores de seis meses no tienen un sistema digestivo lo suficientemente maduro para ingerir sólidos.
  • La motricidad orofacial tampoco está lista para procesar estos alimentos, y existe el riesgo de que parte del cereal sea regurgitado o, peor aún, aspirado a sus pulmones, pudiendo ocasionar problemas respiratorios.
  • La introducción de alimentos sólidos antes de tiempo no solo no garantiza un sueño más largo, sino que puede crear molestias digestivas que interrumpan aún más el descanso del bebé.

La recomendación saludable
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere la lactancia materna exclusiva (o fórmula en su defecto) hasta los seis meses, momento en el que se inicia la alimentación complementaria de forma gradual. Respetar estos plazos fisiológicos protege la salud gastrointestinal del bebé y reduce riesgos de infecciones y alergias. Además, un bebé bien alimentado y sin molestias es más probable que duerma plácidamente.

Mito 4: “Está bien dejar que tu bebé duerma en un columpio o hamaquita vibratoria”

Por qué algunos padres lo hacen
Los padres suelen recurrir a columpios, hamacas vibratorias o mecedoras para calmar a un bebé inquieto, ya que el balanceo y la vibración tienen un efecto relajante inmediato. Y, sí, un bebé que se queda dormido rápidamente parece un alivio milagroso para unos padres agotados.

Los riesgos a mediano y largo plazo

  • Cuando un bebé duerme largos periodos en un columpio o una hamaquita, su sueño suele ser más superficial.
  • No alcanzar el sueño no REM en la proporción adecuada (aproximadamente 50% del tiempo) puede interferir en la liberación de hormonas de crecimiento y desarrollo neuronal.
  • Además, existe riesgo de que la cabeza del bebé quede en una posición que dificulte su respiración o que cause malformaciones craneales si pasa mucho tiempo en esa postura.

Recomendación de los expertos
Los bebés necesitan una superficie firme y segura para dormir, idealmente en una cuna o moisés (conforme a las normas de seguridad establecidas). Los columpios o hamacas vibratorias pueden usarse por periodos cortos para calmar al bebé, pero no como sustituto de su lugar de descanso principal.

Mito 5: “Los niños que no duermen siesta, duermen más horas por la noche”

La lógica aparente
Quizás hayas oído: “Si no lo dejo dormir siesta, llegará tan cansado que se dormirá más temprano y descansará toda la noche”. Sin embargo, la ciencia del sueño infantil nos demuestra lo contrario: si un niño está excesivamente cansado, es probable que segregue más cortisol (la hormona del estrés), lo cual dificulta que se duerma y que su descanso sea profundo.

Por qué sucede

  • Un niño sobrecansado está irritable, nervioso y puede mostrar hiperactividad como forma de canalizar su agotamiento.
  • Aunque a veces pueden quedarse dormidos de forma repentina al final del día, su sueño tiende a ser más ligero y con más interrupciones.
  • Al día siguiente, estos niños suelen despertarse más temprano y con menos energía.

Cómo manejar las siestas

  • Las siestas son fundamentales en los primeros años de vida: Un bebé necesita varias siestas durante el día. Con el paso de los meses y años, la cantidad y duración de estas siestas disminuirá de manera natural.
  • De dos siestas a una: Generalmente, la transición de dos siestas a una sola al día ocurre entre los 15 y los 18 meses.
  • Fin de la siesta: Para muchos niños, la siesta diurna desaparece alrededor de los 5 años, aunque cada caso es único.

Mito 6: “Algunos niños no duermen bien nunca”

La creencia fatalista
Hay padres que, agotados tras meses o años de batallas nocturnas, se convencen de que su hijo simplemente “no sabe” o “no puede” dormir bien. Esta idea, además de ser desalentadora, ignora la capacidad de adaptación y aprendizaje que tienen todos los seres humanos, incluidos los más pequeños.

La realidad esperanzadora

  • Todos los niños son capaces de aprender buenos hábitos de sueño.
  • Algunos pueden tardar más tiempo que otros, sobre todo si no han establecido rutinas desde bebés.
  • Es fundamental la constancia y la paciencia para guiar al niño en la adquisición de estas habilidades.

Cómo mejorar los hábitos de sueño en niños más grandes

  • Establecer rituales: Aunque parezca que ya no “son tan bebés”, un ritual para antes de dormir (leer juntos un cuento, preparar la cama, cantar una nana) puede ser muy eficaz para relajar la mente y el cuerpo.
  • Apagar pantallas a tiempo: La exposición a la luz azul de dispositivos electrónicos dificulta la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
  • Crear un ambiente propicio: Un cuarto oscuro, tranquilo y con temperatura adecuada favorece la conciliación del sueño.
  • Evitar castigos o tensiones: El momento de acostarse no debe asociarse con peleas ni regaños. Un niño ansioso o enojado tenderá a tener más dificultades para dormirse.

Conclusión: Conoce la verdad detrás del sueño de tu bebé

El sueño infantil es un proceso evolutivo y dinámico, que puede ser diferente para cada familia y para cada bebé. Sin embargo, hay principios básicos que se repiten y que, de seguirse, pueden marcar la diferencia: la creación de rutinas, el respeto por las necesidades fisiológicas del pequeño y la paciencia para acompañarlo en cada etapa de su desarrollo.

Desmentir los mitos más comunes en torno al sueño del bebé es un paso importante para que los padres ajusten sus expectativas y enfoquen sus esfuerzos en métodos que realmente funcionan. Recuerda:

  1. Sí tiene sentido establecer horarios y rutinas, incluso desde los primeros días de vida.
  2. Es normal que el bebé se despierte en medio de la noche, y nuestro trabajo es ayudarle a aprender a volver a dormirse.
  3. No por introducir alimentos sólidos antes de tiempo el bebé dormirá mejor, al contrario, puede generar complicaciones.
  4. Las hamacas y columpios son herramientas transitorias, no espacios permanentes para dormir.
  5. No eliminar la siesta con la esperanza de que duerma más en la noche, ya que un niño demasiado cansado tendrá un sueño de menor calidad.
  6. Nunca pierdas la fe: tu hijo puede aprender a dormir bien con la guía apropiada, sin importar la edad que tenga.

No hay fórmulas mágicas ni soluciones instantáneas, pero la comprensión y la constancia se convierten en aliados poderosos. Si tienes dudas o notas que el sueño de tu bebé sigue siendo muy irregular y le afecta en su desarrollo, no dudes en consultar a un especialista en sueño infantil o a tu pediatra de confianza. Con un poco de paciencia, información basada en evidencia y mucho cariño, tu bebé irá adquiriendo habilidades que le permitirán dormir de forma cada vez más sólida y reparadora. Y tú, como madre o padre, podrás disfrutar de un merecido descanso que te permita enfrentar cada día con las energías renovadas.

En este camino, recuerda que no estás sola/o. Muchas familias atraviesan noches difíciles y sienten la misma frustración. Informarse y rodearse de una red de apoyo—ya sean amigos, familiares o profesionales—es fundamental para abordar los desafíos del sueño infantil de manera positiva y esperanzadora. ¡La clave está en conocer la verdad detrás de cada mito y adaptarla a tu propia realidad familiar!

(Este artículo es solo informativo y no reemplaza la consulta o el diagnóstico de un profesional de la salud. Ante cualquier síntoma preocupante o duda persistente, contacta con el pediatra.)

¿Cómo se ha redactado este artículo? Este artículo ha sido elaborado utilizando recomendaciones de expertos y extrayendo información de fuentes médicas y gubernamentales confiables, incluyendo el NHS, la Clínica Mayo, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., la Academia Americana de Pediatría y el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos. Es importante destacar que el contenido presentado en esta página no está destinado a sustituir la consulta médica profesional. Te aconsejamos que consultes a un profesional médico para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados.

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